Miedo al verdadero enemigo


El Almirante Locklear que parece que escucha más de lo que parece

Hace poco se nombró al nuevo jefe del Mando Militar Norteamericano en el Pacífico. Se trata del Almirante de la US Navy Samuel J. Locklear III (el de la foto). Será el responsable de todas las operaciones militares de Estados Unidos en la zona. Menuda papeleta tiene por delante. Imagínese: Corea del Norte lanzando misiles y advirtiendo (al que le quiera escuchar) que es una potencia nuclear; China y Japón enfrascados en una disputa por las islas Senkaku o Diaoyu (según sea usted japonés o chino, como lo de las Malvinas/Falkland según sea argentino o inglés) que si bien parece que no valen un pimiento, podrían tener gas (y eso sí que vale mucho); piratas del siglo XXI que atacan (y encarecen) el tránsito de mercantes y petroleros a través del estrecho de Malacca; hackers chinos que se meten en todas partes, mientras su gobierno aumenta su arsenal de misiles… Pero este almirante con tremenda cara de almirante, no parece tan preocupado por todas esas cuestiones como por otra, que sí entiende puede ser la mayor amenaza a largo plazo para la paz en Asia oriental y el Pacífico: el cambio climático.

El almirante Samuel J Locklear III no tiene precisamente pinta de hippie ni de pacifista. De hecho, fue el responsable de la parte marítima que desarrolló la OTAN en 2011 durante su intervención militar en la guerra civil de los rebeldes libios contra el dictador Muamar al Gaddafi. Pero para Locklear, las consecuencias del calentamiento del planeta es probable que puedan «paralizar el entorno de seguridad«. Y (confieso que me gustan ese tipo de argumentos) no habla del futuro, ni del planeta de nuestros hijos, ni utiliza expresiones políticamente correctas, sino que plantea riesgos tangibles. Para Locklear son riesgos “no muy lejanos”, como el de las poblaciones desplazadas por el aumento del nivel del mar («no soy un científico, pero en la isla de Tarawa en Kiribati, están considerando mover a toda su población a otro país porque (la isla) no va a existir nunca más» le dijo al Boston Globe hace pocos días). Locklear no olvida que el 80% de la población mundial vive a menos de 150 kilómetros de las costas. Tampoco tiene duda en el cambio de los patrones climáticos, cada vez más graves, con “27 o 28 super tifones este año en el Pacífico occidental, cuando el promedio es de unos –aproximadamente- 17«.

El mapa de las posibles zonas de gran afectacion climatica de la UNEP de 2005. Observe que la mayor area de afectacion es Asia Pacifico

Así que la mayor amenaza para la US Navy en la región del Pacífico parece que no es militar… Quién lo iba a decir. Y eso a pesar de las provocaciones de la Corea del Norte nuclear o la acumulación de misiles chinos. Porque esas dos movidas han sido contestadas con el endurecimiento de todas las naciones asiáticas que se sienten amenazadas por esas dos grandes potencias militares regionales. Será que el ejercito tiene que atender los efectos de los cada vez más frecuentes fenómenos meteorológicos destructivos sobre la población, a medida que se acelera los cambios climáticos de la Tierra. Y casi da igual que se trate de un tifón en Filipinas, un huracán en Birmania o un terremoto en Indonesia (aunque eso no tenga mucho que ver con el clima)… El cambio climático (y sobre todo  sus efectos) podría ejercer una enorme presión operativa en las fuerzas militares estadounidenses en el Pacífico. Y eso que (dice Locklear) estamos en una periodo de «relativa paz«. El cambio climático puede ser determinante en las próximas décadas en esa región (Asia-Pacífico), dónde se producirá más de la mitad del comercio mundial. Suficiente para modificar la estrategia de defensa norteamericana, tras más de diez años de foco en Oriente Medio, y pasar a centrarse en una región con crecientes poderes militares y económicos, (como los de China y la India), y donde se halla una relevante proporción de las relaciones comerciales con Estados Unidos.

Pero la agenda mundial es la que es. Tampoco nos confundamos… Si Corea del Norte decide un ataque nuclear contra Corea del Sur esta semana, o si China y Japón entran en guerra por las islas Senkaku/Diaoyu, nadie se acordará demasiado del cambio climático… (lo que a tenor de la última COP de Doha parece evidente, como ya se contó en su día en este post). Pero sin duda, las consecuencias a largo plazo del cambio climático en el Pacífico parecen evidentes. ¿Tiene razón Locklear? ¿Es un iluminado? ¿Le quiere caer bien a Obama? O en otros términos: ¿entienden los Gobiernos que el cambio climático es una amenaza para su seguridad nacional? Locklear parece ser una excepción. La CIA cerró el año pasado su oficina destinada a estudiar el cambio climático desde 2009, cuando los republicanos argumentaron que “distraía” sobre amenazas más inmediatas. Igual es que Locklear es un militar que no atiende al origen si determina el riesgo de una amenaza… O al menos eso pueden ser los «refugiados climáticos». The Guardian hablaba de hasta 150 millones de posibles refugiados en 2050. Si considera que el número de personas que hoy vive fuera de su país en el mundo es de 214 millones de personas, pueda tomar idea de la magnitud del fenómeno.

Los efectos del cambio climatico a escala global. No es una sola dimension. Amplifica y realimenta todas las otras amenazas

Que el mundo ha cambiado es evidente. Un conflicto armado bélico a escala mundial no es de esperar. Es muy caro. Hay muchas formas de conflicto sin armas, más baratas e igual de perniciosas contra la seguridad de los Estados. La entrada masiva, digamos desde el año 2001, en el tablero mundial de los llamados «nuevos actores no estatales» (como, por ejemplo, los talibanes afganos, Al Qaeda, las triadas chinas o los narcotraficantes mejicanos, ya sean terroristas o delincuentes), deslocalizados, de carácter transnacional, y sin estructuras piramidales clásicas, modificaron la sensación de amenaza. Piense que sólo el lavado de capitales es del orden del 5% del PIB mundial según el FMI; eso es un poder es enorme. Con ellos la seguridad de los Estados dejaba de centrarse sólo en los posibles conflictos tradicionales. Existen y existirán, sin duda, conflictos militares entre Estados, pero serán muy previsiblemente a pequeña escala. El escenario es multipolar (piense en Estados Unidos, pero también en China, India, Rusia, Irán…) y marcadamente inestable. Los Estados (al menos los democráticos) hoy son más débiles que antes. Endeudados (al menos los de la OCDE, con contadas excepciones), son cada vez más dependientes de sus respectivas sociedades y menos libres para actuar como les dé la gana. No hay que engañarse tampoco: los Estados siguen siendo los actores centrales del escenario geopolítico y no parece sencillo articular mecanismos de gobernanza global (¿realmente alguien hace caso de las Naciones Unidas?).

Pues igual que ha cambiado el concepto de conflicto armado, ha cambiado también la concepción de seguridad. Para la sociedad internacional, la seguridad ya no sólo se compone de dimensiones militares, sino también de otras dimensiones. Seguridad política (las elecciones en un país alteran el entorno), seguridad económica (piense en las subprime), seguridad científico-técnica (virus de todo tipo, informáticos o no), seguridad informativa (como Wikileaks), seguridad energética (con Obama centrado en resolver su dependencia energética), seguridad social (crisis humanitarias o de derechos humanos, como las que generaron las violaciones en India) y, por supuesto, la seguridad ecológica. Las dinámicas de interdependencia, transnacionalización y globalización, generadas una vez cayó el muro de Berlin en 1989, han hecho también globales y comunes amenazas que hasta ahora eran sólo locales. Todos esos elementos implican superar el tradicional concepto de la seguridad nacional, aunque lo vuelven cada vez más humano con esas nuevas dimensiones. Pero existe una amenaza muy especial en la ecológica. Porque el cambio climático resulta, en realidad, un multiplicador de amenazas: puede generar graves crisis humanitarias, guerras por recursos, daños a las ciudades costeras, pérdidas de territorios, conflictos en fronteras,… Luchar contra el cambio climático es hacerlo contra el verdadero enemigo. Y Locklear parece que sabe contra quién pelear.

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Acerca de David Ruyet

David Ruyet (Barcelona, 1970) has 25 years of proven experience within the renewable energy industry in Europe and South America. Graduated as industrial engineer with a specialization in nuclear energy in 1997, holds an MBA from ESADE Business School. He is also about to present his dissertation to receive a doctorate degree in economy in Spain. Blogging at www.davidruyet.net is an opportunity to share opinions on current issues related to energy energy and the economy.
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Una respuesta a Miedo al verdadero enemigo

  1. Tengo la sensación de que se trata de unas declaraciones diplomáticas del USPACOM para no tener que «mojarse» y señalar con el dedo a un país enemigo. Pero tenemos sequías en el Sahel y conflicto. En Siria tenemos agotamiento de acuíferos, migraciones del campo a la ciudad y conflicto.

    Me ha llamado la atención la frase «el 80% de la población mundial vive a menos de 150 kilómetros de las costas». Había visto un porcentaje así en textos estadounidenses que daban cifras en millas. Estoy seguro que los «marines» sonríen cuando las ven. El futuro de la guerra es anfibio.

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