¿Qué se entiende por catástrofe ambiental? Mmmmmmm. El término «catástrofe» incorpora casi siempre una componente de irreversibilidad, que a veces resulta ajustada y otras no. Cuando lo juntas con «ambiental» el efecto acostumbra a ser demoledor: la imagen en tu cabeza se asemejará con mucha probabilidad la de un mundo árido, caníbal y oscuro (en todos los sentidos), como el del invierno post-nuclear irreparable y sin futuro que nos pintaba Cormac McCarthy en «The Road» más que a otra cosa. De dar miedo vaya. Y los post de esta serie tampoco resultan demasiado optimistas…
Pero es posible encontrar a una persona que aún muestra una cara optimista frente a esa catástrofe ambiental ¿inminente?. Es mujer (por fin), griego-americana, bióloga y vive en Deià (Mallorca) buena parte del año. Se llama Elisabet Sahtouris. Titula sus briefing como «Crisis is Opportunity«. Más claro el agua. Sin menoscabo de ello, para Elisabet acabamos de entrar en la Era Caliente (Hot Age). Pero eso es algo tan irremediable como natural. El antropoceno y el cambio climático se tratarían, sólo, de un paso más en la evolución de la Tierra. No se trata de una simple roca que flota por el espacio, sino que (como en la hipótesis Gaia) es un ser viviente que se adapta a su realidad y -lo más importante- evoluciona con los cambios: «planetary life has evolved the most active and complex systems«. La Dra. Sahtouris desarrolla estas ideas en «Earthdance: living systems in evolution«, publicado en el 2000; de hecho, va un pelín más allá. En el libro (con prólogo de James Lovelock, obviously) busca desarrollar ideas sobre cómo evitar la segura catástrofe: integrando a naturaleza, vida y Tierra. En realidad, Sahtouris lo definía como un libro de filosofía en el sentido clásico de búsqueda de la sabiduría. Caray.
La biología ha evolucionado mucho desde Charles Darwin, probablemente el tipo que tuvo la idea más brillante de la historia de la humanidad. Darwin descubrió el mecanismo de la evolución: la selección natural. En pocas palabras, la transformación de las especies se origina a partir de la supervivencia de las mejor adaptadas al medio. Pero Darwin no vivió la época de la genética. Su libro»On the Origin of Species» fue publicado en 1859; Darwin murió en 1882 y aunque los trabajos de Mendel (el monje de los guisantes que martirizó parte de mi EGB) se publicaron antes, en 1865 (con el bonito título de «Versuche über Pflanzenhybriden«), en realidad nadie entendió nada hasta inicios del siglo XX, cuando se empezó a desarrollar lo que hoy entendemos por genética. ¿Cuál es cambio conceptual respecto de Darwin? No basta con adaptarse al medio, sino que es necesario conseguir reproducirse y transmitir sus genes a la siguiente generación. A esos principios se engloban en las «Teorías Sintéticas de la Evolución«, y conjugan e integran genética y selección natural. También se les llama post-Darwinismo: si los genes controlan las moléculas y estas forman organismos, la evolución de estos lo es junto con sus genes, moléculas y caracteres. Luego a competir, adaptarse y sobrevivir.
Pero se ha dado un pasito más. Sahtouris entiende que la competencia de las especies sólo lo sería en una primera fase y a corto plazo. En una segunda etapa, los seres vivos pasarían a entender el valor de la cooperación frente a los peligros comunes. Como ejemplo, Sahtouris presenta la creación de la célula eucariota (la primera con material genético) a partir de las bacterias (células procariotas sin núcleo). La biología entiende que el paso de células procariotas a eucariotas fue el gran salto cualitativo en cuanto a complejidad en la vida: sin este paso, la vida sería poco más que la reunión de bacterias. Los cuatro reinos animales (bacterias, hongos, animales y vegetales) provenimos de esa división. Tras esa etapa, vino la unión de las células eucariotas en seres pluricelulares (el cuerpo humano tiene billones de esas células). Estos principios organizativos presentados por Sahtouris entroncan con la simbiogénesis: teoría que entiende que la evolución va asociada también a la simbiosis entre organismos, y propuesta (con mucho esfuerzo) por Lynn Margulis en los años 70. Sathouris propone replicar este esquema asociativo tan elemental, y entiende que la colaboración entre las personas (que no dejarían de ser “células” integrantes de un ser más complejo aún como sería la Tierra) es la clave para su supervivencia en la Era Caliente del cambio climático. Nos propone pensar en el ADN -la macromolécula que transporta la información genética de todos lo seres vivos- como el equivalente de una Web de intercambio de información creada por las bacterias en su momento. Internet y las TIC serían hoy nuestras herramientas para articular la colaboración frente a los retos del cambio climático. Todo ello sin olvidar que, si no colaboramos y arreglamos el problema, el macroorganismo terráqueo actuará eliminando a sus toxinas, o sea nosotros. Optimista a tope, Sahtouris sigue viendo caminos: «We can accept climate changes as amazing opportunities for pioneering sustainable living-systems, from the food-secure greening of deserts into drought-proof ecosystems to the building of truly green cities based on alternatives to oil. We can see them as opportunities for creating new living economies measured by quality of life, sophisticated materials and energy revolutions, distributed-network global governance, and conscious cosmic evolution«.
En otros escritos Sahtouris extrapola sus ideas sobre cooperación y asociacionismo a otros campos, como el de los negocios. «We are capable of regaining our reverence for life, of replacing the drive to conquer with the will to cooperate, of remaking our engineered institutions, including our corporations, into living systems«. Y como Georgescu-Roegen en la economía, Sahtouris entiende que en el campo de la biología es preciso recordar (muy a su pesar) que también la entropía limita la evolución: tras el big bang se inicio el proceso irreversible de degradación entrópica hasta el colapso final del universo. Sin embargo, llegados ahí, da un pasito más, y propone una observación del universo más espiritual y armónica (¡¡¡los pragmáticos que dejen de leer aquí!!!). Estas visiones de la realidad («the official entropic universe«), no son mejores («a less satisfying conceptualization«) que las del Taoísmo, las Vedas previas al hinduismo o el modelo del Kotodama sobre la conciencia cósmica, donde la vibración del cuerpo hace eco con la vibración del universo. Todas estas visiones planteaban el aspecto místico de la realidad, la naturaleza de Dios y la relación entre el alma y la materia. Sahtouris está convencida de ello. Yo me quedo más con la pinza de la evolución y la entropía, qué le vamos a hacer; pero yo a una señora nunca le llevo la contraria. Ni en la mística.